sábado, 17 de enero de 2015

SAN ANTONIO ABAD EN VILLAFÁFILA

Hasta los años sesenta se celebraba con gran solemnidad la festividad de San Antonio Abad, San Antón, patrono de los animales domésticos. En la liturgia se bendecía a los animales y se recitaban los llamados refranes de San Antón, que eran pequeñas rimas contando y parodiando acontecimientos que habían ocurrido el año antes en el pueblo.


Desde pequeño había oído hablar de unas tablas de pintura antiguas que fueron sido llevadas para Astorga muchos años antes, al parecer con motivo de un “Congreso Eucarístico”. Años después el sacerdote don Alejandro Tejedor Bernardino, que había estudiado en el seminario de Astorga, donde fue ordenado en los años cincuenta, me puso sobre la pista de que las tablas se encontraban en el Museo de la Catedral de Astorga, y correspondían a cuatro cuadros representando las tentaciones de San Antonio Abad.
Cuando visité por primera vez el Museo, pude observar que en las reseñas de la sala no había ninguna referencia a su origen, por desconocerse el mismo. Una de dichas tablas fue expuesta en la catedral de Valladolid con motivo de la primera edición de las Edades del Hombre, pero no constaba más procedencia que la Diócesis de Astorga.


Como tenía la firme convicción de que se trataba del retablo procedente de la iglesia de Santa María de Villafáfila me propuse hacer una pequeña investigación para demostrar este origen. Pero los años han ido pasando, y, aunque ya hace tiempo que he podido documentar con certeza que se trataba del retablo que estaba en la citada iglesia de Villafáfila, no había tenido oportunidad de plasmar por escrito esas impresiones. Con motivo de la celebración de una nueva edición de las Edades del Hombre en la catedral de Astorga, y como no dudaba de que dichas pinturas formarán parte de la exposición me he decidí entonces a escribir estas líneas.


Gómez Moreno en su “Catálogo monumental de la provincia de Zamora” 1927, publica la siguiente reseña referida a Villafáfila, lugar que visitó en el año 1903 y que le causó unos sentimientos que permanecían en su ánimo cuando redactó el libro: “Su aspecto de hoy no es para olvidarlo: todo pajizo, como brotadas sus casas y cercas espontáneamente del suelo, y en derredor muchos edificios cuadrados rematados en cúpula, que parecen cubbas de moros, y no son sino refugios contra la lluvia, dispuestos en cada predio o era, y hechos con adobes y tierra amasada: visto esto en un día calmoso de verano, la ilusión de ciudad oriental es completa. Otro sentimiento experimenté allá, y doloroso pues las escenas de vandalismo demoledor que hicieron execrables ciertas revoluciones, con gran menoscabo de la cultura, se desarrollaban ahora pacíficamente, bajo la dirección de un párroco que, con una previsión digna de mejor causa, remediaba los efectos del abandono a que habrían de llegar las suprimidas parroquiales, echándolas al suelo y vendiendo sus despojos de todo género y hasta lo cotizable de la única iglesia conservada, con intento, según parece de agrandar esta última. Y, dicho sea en honor del pueblo mismo: su vecindario protestaba mientras tanto, con más sana lógica, de lo hecho.”.


Al describir la iglesia de Santa María: “un edificio gótico bastante galano, pero hecho de ladrillo, y aun quizá por artífices moros, observándose indicios de su arte peculiar en algunas formas de estructura, y en cuanto a su fecha, corresponderá al tiempo de los Reyes Católicos, si no más tarde”, llega a la sección Pintura donde apunta:
“En el pequeño retablo de san Antonio Abad se conservan siete tablas góticas, procedentes de otro, coetáneo de los Reyes Católicos, pintadas al óleo y de estilo hispano-flamenco, recordando algo al maestro de Ávila. Son inocentes en su composición duras y sombrías de tono, sin ambiente ni arreglada perspectiva; rostros feos y de expresión torpe y grotesca. Las tres del banco figuran la Piedad, y los Santos Francisco y Antonio, Pedro mártir y Domingo, con sus nombres grabados en el oro de los nimbos, y paramentos brocados por fondo; además, a los santos acompañan un orante con ropilla roja y una señora. Las otras cuatro tablas, que miden 1,0 por 0,80 metros, representan escenas del santo abad, y en especial sus tentaciones.”. Con letra más pequeña anota, una referencia posterior. “Fueron llevadas estas tablas a Astorga, para formar un Museo diocesano, que no ha pasado de proyecto”( Pág. 316).

Este traslado figura asentado en el Libro de Fábrica de Santa María, según escribe don Camilo Pérez, antiguo párroco, fallecido en 1991, en su estudio sobre las iglesias parroquiales de la villa (Granja M./ Pérez C. 1996. Pág. 453 ): “Pero otras veces se dice <<para la ventana de San Antonio Abad. De lo cual se deduce que el altar de San Antonio estaba cerca de esa ventana. Por cierto este altar era valioso por unas tablas que representaban las tentaciones de San Antonio, y que se llevó el Obispado de Astorga en 1908 por 2.500 pts.” (Lib. de Fábrica 1897-1968, pág 22,2º).
Consultado el libro de Fábrica referido, inventariado como el nº 45 del Archivo Parroquial de Villafáfila, en el Cargo correspondiente al año 1908 se puede leer en la página 22: “Item mil quinientas pesetas que recibí del Sr Obispo de Astorga a cuenta de los cuadros antiguos del altar de S. Antonio, quedando pendientes de cobro otras mil pesetas que reclamaré para el año próximo venidero”. Y efectivamente, dos páginas más adelante, en el Cargo del año 1909, el párroco, don José Mayo anota: “Item mil pesetas que me entregó el Sr Obispo para terminar de pagar las dos mil quinientas en que se tasaron las tablas del altar de S. Antonio”.



Actualmente permanece en la iglesia, en un retablo barroco, situado donde antiguamente se encontraba el retablo estudiado, una talla de madera de San Antonio Abad de 1,25 m. de alzada, del siglo XVII o XVIII.

http://villafafila.net/tablas/tablas.htm

El retablo original pertenecía a una Capellanía o Patronato de Legos, fundado en la parroquial de Santa María del Moral de Villafáfila, posiblemente a finales del siglo XV, y en todo caso antes de 1504, por María Fernández, viuda de Fernán Fernández, vecina de Villafáfila, pues desde ese año la gozaba Diego de Robles, arcipreste de Villafáfila (Archivo Diocesano de Astorga. Códices 3-3, 15). Tenía de cargo el decir 50 misas  rezadas al año. Cinco familias de la villa figuraban como patronos que gozaban entre sí de una heredad de tierras y que tenían derecho de enterramiento en la capilla. Poco sabemos de los fundadores que tal vez estuvieran representados por el orante con ropilla roja y la señora representados en una de la tablas del banco. En 1482  uno de los escuderos que asiste al concejo era Fernando Fernández.. María Fernández ya figura como viuda en el padrón de 1497. Sabemos que habían sido propietarios de una explotación salinera en Villafáfila, actividad industrial, de la que participaban en el siglo XV los principales vecinos de la villa, así clérigos, pecheros o hijosdalgos, pues se documenta en 1500 a “una María Fernández vezina de la dicha villa que tenya una cabaña e arrendaba el monte de dicho don Pedro [Pimentel] para faser sal en ella” (A.R.Ch.V. Pleitos Civiles. Quevedo f. C.2881-1). En los apeos de cabañas de hacer sal de 1522 y 1528 se mencionan una cabaña y varias posadas de hacer sal, que pertenecían a la capilla de San Antonio, procedentes, sin duda, de los bienes dotales de la misma.


Los patronos en 1647 son Diego de Traslago Macías Martínez, Antº Simón, Salvador de Villalba y Juan Pedrero de Bretó.
 En 1662 Antº Simón, Salvador Villalba, Antº Martínez, Juan García, viudo de Luisa Martínez y la viuda de Diego de Treslago.
A principios del siglo XVIII los derechos de patronato recaen por herencia en la familia de los Costilla, y es capellán Pedro Costilla.
En 1752 figuran como bienes del patronato 50 fanegas de tierra de secano y media fanega de viñas
Todavía en 1822 se mencionan a las familias que tienen a cargo el patronato: D. Teódulo Orduña. D. Gabriel Costilla, el curador del dos hijas menores de don Gaspar Costilla, recién fallecido, Alonso Gutiérrez y Manuel Castillo.
 Con la desamortización las tierras pasaron a la propiedad efectiva de los patronos abonando una pequeña cantidad a la Hacienda Pública

La fiesta de San Antonio Abad era muy celebrada en Villafáfila, con la costumbre de criar uno o más cerdos que se subastaban el día 17 de enero para sacar limosnas con las que sufragar los gastos de la función de ese día, que se hacía ante el altar del santo y a la puerta de Santa María donde se acudía con los animales de labor engalanados para la ocasión.
Se conservan las cuentas de las limosnas que recibía el santo entre 1847 y 1893 y unos años se rifaba el cerdo y otros no, según se hubiera criado por las calles el "marrano Antón”. El último año de que se tiene constancia de subasta del marrano fue en 1880 que valió 328 reales

En un estudio sobre Pintores hispano-flamencos del Noreste de la provincia de Zamora,de Jesús Cuesta Salado publicado en 2010 se trata ampliamente sobre el autor de las pinturas conocido como Maestro de Villafáfila

1 comentario:

  1. Ya que Villafáfila perdió La Tabla y las tablas de San Antonio abad sería de justicia restituir el nombre del autor y su procedencia en el último de los casos,al menos, porque recuperarlas se me antoja imposible. Encomiable la labor que haces Elías.

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